¿Y si te okuparan a ti?


 


Querido David: voy a contarte una historia. 

El nombre de mi amiga comienza por C pero no se llama Carmen. Carmen, a partir de ahora la llamaremos así, es madre de tres pero no es médica como la ministra Mónica García (MEMA); ella estudió Historia. Carmen, como muchas otras mujeres de nuestra generación, las que podríamos estar celebrando algún acto del Franco-maratón pero no nos verás en ninguno de ellos, trabaja dentro y fuera de SU casa. Carmen es de esas madres que, sin descuidar un ápice de su refinado estilo, acude al colegio a recoger a sus hijos con la mejor de sus sonrisas aunque no esté para ellas, la paciencia de un guerrero y, ¡por Dios que no falte!, un bocata debajo del brazo. 

Hará cosa de cuatro años a Carmen le ocuparon SU casa. ¡Qué raro!, porque según tú teoría, la ocupación la lideran fondos capital y la lujuria avariciosa de unos cuantos. En el caso de Carmen, su inqui-okupa avariciosa era una madre de familia con coche olor a nuevo recién salido de concesionario, niñas de uniforme de colegio privado-concertado y vacaciones Santillana en agosto. Vamos, como marcan los cánones de todo inquilino vulnerable que se precie. 

La pesadilla de mi amiga y toda su familia se repitió día y noche durante tres años. Tres años de angustia, frustración y amargura tratando de sufragar los gastos que genera una familia y los que crean dos casas; la que vives y la que te han ocupado. Recuerdo cómo Carmen me llamaba cada vez que se enteraba que en la radio íbamos a entrevistar algún político con influencia; ¡por favor, pregúntale por mío!, me imploraba.

Hace unos meses Carmen me llamó, la pesadilla había terminado. Una jueza con ganas de trabajar contrastó información y la vulnerabilidad desapareció. No, el miedo. Dices en tu periódico, El País,  que el miedo es infundado, que no es real, que lo ha fabricado un neofascismo reciclado que provoca psicosis en la población. Querido David, hablaré con Carmen y le preguntaré por el origen de sus miedos, dime…¿ cuáles con los tuyos?


Referente a la columna de David Trueba, ¿Y si fuera al revés? Publicada en El País (04-02-25)

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